Dra. Cecilia Luengo Messen
Intensivista
Jefe Técnico Unidad de Pacientes Críticos
Hospital Clínico Universidad de Chile
Vicepresidente SOCHIMI

La Sepsis y el Shock Séptico constituyen una emergencia sanitaria, siendo responsables del 1,3% de las hospitalizaciones, del 20% de los ingresos a Unidades de Cuidados Intensivos (UCI), y es la principal causa de muerte en las Unidades de Pacientes Críticos (UPC) en el mundo. Esta condición afecta a cerca de 30 millones de personas al año, de las cuales entre 7 y 9 millones fallecen… es decir, hay una muerte cada 3,5 segundos por sepsis.

En Latinoamérica, la mortalidad asociada al shock séptico varía entre un 30% y un 50%, y en Chile, un estudio multicéntrico en 2007, encontró una prevalencia de sepsis severa de un 40%, con una mortalidad asociada de un 27%. Actualmente, la sepsis se mantiene como la tercera causa de muerte en Chile.

Dada la magnitud de este problema, han existido varias iniciativas que han buscado, por una parte, aumentar el conocimiento de este tema, tanto en la población general como en la comunidad médica, y por otra, implementar medidas basadas en evidencia para su tratamiento, con el fin de estandarizar el manejo de los pacientes y disminuir la morbi-mortalidad asociada.

Entre ellas, la “Surviving Sepsis Campaign” (SSC) es una iniciativa global en la cual participan varias sociedades científicas, que se inició con la “Declaración de Barcelona” en 2002 y publicó las primeras “Guías para el manejo de la Sepsis Severa y Shock Séptico” en 2004. Estas guías han sido revisadas y actualizadas por grupos de expertos de acuerdo a la mejor evidencia disponible en 2008, 2012, 2016 y 2021. En este contexto, se han mantenido como pilares de enfrentamiento el diagnóstico e inicio de la antibioterapia precoz y la reanimación con fluidos y vasopresores, al mismo tiempo que se han modificado algunas sugerencias y recomendaciones, tales como el uso de inótropos, corticoides, terapias de depuración renal, proteína C reactiva recombinante, métodos de monitorización y objetivos de reanimación.

Por otra parte, en 2012, durante el Simposio Internacional de Cuidados Críticos y Medicina de Emergencia (ISICEM, por sus siglas en inglés) realizado en Bruselas, la Alianza Global de la Sepsis (World Sepsis Alliance, WSA) anunció el lanzamiento del “Día Mundial de la Sepsis”, que se celebra anualmente desde entonces, el 13 de septiembre. Su objetivo es incentivar la realización de eventos que incrementen el conocimiento, así como la alerta de la comunidad y del equipo de salud sobre este síndrome.

Asimismo, en mayo de 2017, la OMS reconoció que la sepsis constituye un problema de salud prioritario, y representantes de diferentes sociedades científicas de medicina intensiva de Latinoamérica se reunieron en Sao Paulo, bajo el soporte de la OPS, generando la "Declaración de Sao Paulo", que constituye un llamado a los gobiernos regionales, políticos, controladores y profesionales de la salud, así como a las sociedades científicas involucradas, a promover iniciativas que permitan mejorar la prevención, el reconocimiento temprano y el tratamiento de la sepsis.

La SOCHIMI, en su permanente interés y misión de educar y capacitar a los equipos de salud que trabajan en UPC, publicó en 2017 las “Recomendaciones SOCHIMI para el Manejo Inicial de la Sepsis, donde se describen las primeras medidas necesarias para mejorar la sobrevida de nuestros pacientes y se encuentran basadas en un análisis independiente realizado por un grupo de expertos, convirtiéndose en uno de los estudios clínicos más influyentes publicados en esta área en los últimos 10 años.

Sin embargo, a pesar de estas iniciativas y de que la sepsis afecta a más personas que el cáncer de mama, próstata y pulmón en conjunto, existe un desconocimiento casi total de la población general respecto a ella, e incluso en los equipos de salud fuera de las UCIs es una condición sub-dimensionada, tanto en su frecuencia como en su envergadura, no estando muchos de ellos lo suficientemente entrenados para reconocerla y manejarla adecuadamente.

¿Por qué es tan importante el reconocimiento temprano y el tratamiento precoz de la sepsis? Porque al igual que el politrauma, el infarto agudo de miocardio y el accidente cerebrovascular, la identificación temprana y el tratamiento oportuno y protocolizado de la sepsis, con intervenciones de bajo costo, fáciles de implementar, ampliamente disponibles y de probada eficacia en las horas iniciales, puede disminuir su mortalidad. Por ejemplo, cada hora de retraso en el inicio del tratamiento antibiótico en los pacientes con sepsis reduce la sobrevida. Por lo tanto, la sepsis debe considerarse una enfermedad tiempo-dependiente.

Por ello, es urgente concientizar a todo el personal de salud y al público general acerca de su importancia, educar a las personas acerca de los síntomas y signos que pueden reflejar una infección grave. De manera tal de incentivar consultas más tempranas, cuando los pacientes están menos comprometidos y su condición es menos avanzada, para revertir la injuria en menor tiempo, con intervenciones menos invasivas y con menor costo físico, psicológico, emocional y económico para los pacientes, sus familias y las instituciones de salud.

Actualmente, existe consenso en que, una consecuencia positiva o “efecto colateral“ de la pandemia por SARS-CoV-2, es que la población general sabe mejor quién es y qué hace un intensivista, y hay mayor alerta acerca de la importancia de infecciones graves, como la que genera el coronavirus y que pueden constituir una sepsis.

Si queremos seguir contribuyendo a disminuir su morbimortalidad y las potenciales secuelas físicas y psicológicas, que se ha comprobado que puede dejar en quienes padecen sepsis y en sus familiares, hay que aprovechar esta instancia para difundir, concientizar y educar a la población y a los diferentes profesionales de la salud acerca de ella, sus causas, formas de presentación, criterios diagnósticos y medidas terapéuticas a aplicar durante las primeras horas.